Solo puede morir si le cortan la cabeza o si se quema como resultado de la exposición prolongada a la luz solar.
Puede parecer que está muerto.
Su corazón no late. Por sus venas corre una sustancia viscosa color rojo oscuro. Si lo hieren, esta sustancia no fluye de su cuerpo.
No necesita dormir, pero puede ponerse en un estado de trance meditativo para conservar energía.
Debe alimentarse de sangre humana cada varios días. Beber sangre lo rejuvenece y lo repara si está gravemente herido.
Puede moverse con rapidez extraordinaria.
Su sentido del olfato es similar a la de un perro de caza.
Puede ver en casi total oscuridad. También puede ver mucho más lejos que los humanos y con mucho más detalle, pero no puede ver doblando esquinas o a través de los objetos. Tiene sensores ópticos que disciernen visualmente el espectro infrarrojo o térmico.
Su mente procesa la información con mucha mayor velocidad que los humanos. Esto le da la capacidad de casi prever los movimientos de un atacante.
Su sentido del oído es muy agudo, igual al de un búho. Es capaz de filtrar los ruidos de fondo mejor que los humanos y puede oír un susurro desde lejos en una habitación en silencio.
Es increíblemente fuerte. Puede levantar casi hasta una tonelada de peso y, debido a la fuerza de sus dedos, puede trepar por los muros verticales de edificios de piedra.
Sus colmillos caninos aparecen a voluntad cuando va a alimentarse, pero el nivel de traumatismo que sufra la víctima dependerá del hambre o las intenciones de Drácula.
Su saliva contiene un coagulante natural muy potente, de modo que las heridas que dejan sus colmillos cicatrizan en siete u ocho horas.
Tiene un umbral del dolor extraordinariamente elevado, este no es de origen vampírico sino de cuando estaba vivo.
La única emoción es la del dolor por la pérdida y además, puede sufrir arranques de ira incontrolable.