En la mitología griega, Artemisa o Ártemis fue una de las deidades más veneradas y de las más antiguas. También fue identificada con la diosa romana Diana, con la etrusca Artume y con la griega o caria Hécate.
Es la diosa helena de la caza, los animales salvajes, el terreno virgen, los nacimientos, la virginidad y las doncellas, que traía y aliviaba las enfermedades de las mujeres.
Sus símbolos incluían el arco y las flechas de plata, el perro de caza, el ciervo y la Luna. A menudo se la representaba como una cazadora llevando un arco y flechas. En la época helenística posterior, la figura de Artemisa asumió incluso el papel de ayudante de los partos y acabó siendo identificada con Selene, la diosa griega de la Luna (razón por la cual en ocasiones aparece representada con una luna creciente sobre la cabeza).
En la mitología griega clásica se dan diferentes versiones acerca del nacimiento de Artemisa, si bien todas coinciden en que era hija de Zeus y Leto, y la hermana melliza de Apolo. Según cuenta una tradición, Artemisa nació antes que su hermano y ayudó a su madre a dar a luz a Apolo.
Artemisa fue adorada en toda la antigua Grecia. Sus lugares de culto más famosos fueron la isla de Delos, Braurón, Muniquia y Esparta. Los antiguos espartanos solían dedicarle sacrificios antes de emprender una campaña militar. Las niñas y muchachas atenienses que se acercaban a la edad del matrimonio eran enviadas un año al santuario de Artemisa en Braurón para servir a la diosa.
Las representaciones más antiguas de Artemisa en el arte griego arcaico la retratan como una diosa alada llevando un ciervo y un leopardo en sus manos, o a veces un leopardo y un león. En el arte griego clásico suele ser representada como una cazadora virgen, joven,
alta y delgada, llevando un vestido corto, con botas de caza, aljaba, arco y flechas. A menudo aparece en la pose de disparar, y acompañada por un perro de caza o un ciervo.
Cuando se la representa como diosa de la luna, lleva una túnica larga y a veces un velo cubriendo su cabeza.