Hestia

Hestia era una de las diosas olímpicas de la mitología griega. En la mitología romana se conoce como Vesta. Representa el hogar y la familia; y su símbolo es el fuego sagrado. Se representaba sentada o de pie, en actitud solemne, con un velo y, en ocasiones, sosteniendo una llama con la mano derecha.

Es la primogénita de Cronos y Rea. Poseidón y Apolo le pidieron matrimonio, pero ella juró sobre la cabeza de Zeus que permanecería siempre virgen, evitando así la primera disputa entre dioses olímpicos. El rey de los dioses le correspondió cediéndole la primera víctima de todos los sacrificios públicos y los lugares preeminentes de los hogares.

Su objetivo era mantener siempre avivado el fuego sagrado, porque era el símbolo de la vitalidad y fuerza de las sociedades antiguas, por lo que requería una gran responsabilidad.

Hestia apenas salía del Olimpo y nunca participaba en las disputas de los dioses y los seres humanos por lo que pocas veces aparece en los relatos mitológicos, a pesar de ser una de las principales diosas griegas. Homero no cita a Hestia ni en la Ilíada ni en la Odisea, pero aparece en algunos Himnos homéricos. Platón la menciona cuando relata como Zeus divide a los dioses, semidioses y criaturas divinas en escuadrones capitaneados por un dios olímpico; sin embargo, Hestia queda sola en la morada de los dioses. Por último, Ovidio narra una escena en la que Príapo intenta violar a Hestia pero esta se despierta justo a tiempo para evitarlo gracias al rebuzno de un asno, que se convirtió en su animal favorito.

Se la veneraba en todos los hogares particulares pero también tenía su lugar de culto en los templos de los demás dioses en los pritaneos. Fueron famosos los templos consagrados a Hestia en Atenas, Oropos, Hermíone, Esparta, Olimpia, Larisa y Ténedos. El oráculo de Delfos estuvo dedicado a Hestia antes de que se le ofrendara a Apolo.

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