La Carta Robada

El Prefecto de la Policía de París encomienda al detective Auguste Dupin la misión de resolver el misterio de una carta robada de las habitaciones reales, cuyo contenido afectará a una persona encumbrada, en caso de divulgación. El supuesto ladrón es el ministro D, al que la propia víctima lo ha visto cometer el hecho.

Auguste Dupin se niega a tomar el caso, dando consejos al Prefecto de cómo revisar la propiedad del ladrón, a efectos de hallar la carta en cuestión, ya que han sido infructuosas las cuantiosas búsquedas efectuadas. Vuelve el Prefecto, derrotado, a la casa de Dupin, ya que continúan siendo inútiles todas sus investigaciones, ofreciéndole una recompensa por resolver el caso. Dupin acepta la recompensa, ya que la carta ya fue por él recuperada.

Utilizando un ardid y mucha sapiencia para distraer la atención de Mr. D, Dupin reemplaza la carta robada por un facsímil sin valor. La argucia fue genial. El detective partió de razonamientos lógicos para averiguar el escondite, y de un profundo análisis de la psicología del delincuente. No faltan los ingredientes de intriga, suspicacia, explicaciones del hilo conductor de sus razonamientos, para un desenlace simple, pero diferente.

https://resumiendolo.com/c-novela-negra/la-carta-robada/

William Wilson de Edgar Allan Poe

Resumen:

El protagonista se da a sí mismo el pseudónimo de William Wilson porque no quiere que su nombre ensucie la página en la que escribe. No le interesa hablar de sus últimas malas acciones. Prefiere, por el contrario, contar cómo es que se volvió malvado, algo que, a diferencia del resto de los hombres, le pasó más bien rápido. Ahora se encuentra cerca de morir y quiere que alguien simpatice con él y reconozca que sus errores se deben a que fue “esclavo de circunstancias más allá del alcance del control humano”.

William hereda el carácter excitable de su familia y, desde pequeño, es temperamental y egoísta. Le debe a sus padres, de carácter débil e incapaces de controlarlo, el hecho de haber podido hacer siempre lo que le diera la gana. De niño asiste al colegio en una gran casa isabelina ubicada en una aldea tranquila. El Dr. Bransby es tanto pastor como director de la escuela, y resulta sorprendente cómo conviven en él la faceta de clérigo benévolo con su rol de autoridad.

En la escuela, William se siente superior a sus compañeros y disfruta sentir que lo obedecen, pero una excepción entre ellos le presenta un desafío a su estatus. Se trata de un chico que llega a la escuela el mismo día que él y con el que comparte nombre y día de cumpleaños. Sin embargo, ellos no están emparentados por su familia. La desobediencia y facilidad con la que se pone a su altura hacen que se sienta avergonzado. Sin embargo, no es un rival que parezca querer derrotarlo. Por el contrario, parece guardarle afecto y en sus contiendas cotidianas suele dejarlo ganar. Esto último irrita profundamente a William que, aunque no puede evitar mantenerse lejos suyo, poco a poco comienza a resentirse con él y a odiarlo.

Ambos jóvenes gustan jugarse bromas pesadas. Las del narrador suelen fracasar en hacer sentir mal a su rival, salvo aquellas en las que se mofa de que hable en susurros por una afección en la voz. Más allá de esta característica sus voces son muy parecidas. Por su parte, su pequeño rival se concentra en la exasperante incomodidad que le despiertan al narrador los parecidos entre ambos. Físicamente son tan parecidos que parecen hermanos. Esto lleva al narrador a imitar sus ademanes y su comportamiento, aunque el resto de sus compañeros parece no percatarse. Además, tiene por costumbre darle consejos a William, aunque a él le molesta. Eventualmente, los ambiguos sentimientos para con su amigo se convierten en un odio abierto y el otro, al darse cuenta, comienza a evitarlo.

Un día, tras un violento altercado con él, unos extraños recuerdos de su primera infancia se despiertan en el narrador. Siente como si se conocieran hace mucho, pero la sensación lo perturba, así que decide ignorarla.

Tiempo después, hacia el final de su quinto año de estudios, el narrador planea una broma para asustar a su rival durante la noche. Cuando todos duermen, se dirige con una lámpara de mano a la habitación de la víctima y, una vez allí, se acerca a la cama, donde él duerme. Sin embargo, en el preciso instante en que lo encuentra dormido, observa su rostro en penumbras y el parecido con su propia persona lo sorprende tanto que aterrado, y con un estremecimiento, el narrador abandona la escuela y no vuelve nunca más.

Meses más tarde, William se inscribe en otro colegio. Para entonces ya no piensa en el otro muchacho, y se entrega a una vida de excesos. Tres años más tarde ofrece una fiesta secreta en su habitación y, al amanecer, un sirviente le avisa que alguien desea hablar con él. Curioso, William se asoma al vestíbulo y encuentra a un joven vestido igual que él, quien lo toma del brazo y le susurra al oído “William Wilson”. En ese momento, su borrachera desaparece en el acto y, mientras se recupera de la conmoción, el visitante aprovecha para escapar. Tras este episodio, William permanece semanas, angustiado, averiguando la identidad del intruso, hasta que descubre que su viejo rival de la infancia ha dejado la escuela por un accidente familiar el mismo día que él.

William se muda a Oxford para continuar sus estudios. Allí se entrega a una vida de lujos, mantenido por su padre, mientras se entrega cada día más al vicio y el libertinaje. Comienza a apostar, lo que le permite acaudalar más ingresos a partir de lo que le gana a sus compañeros. Es así como, dos años después, conoce a un noble y joven rico llamado Glendinning, a quien juzga lo suficientemente estúpido como para quitarle mucho dinero mediante el juego. Para ello, lo invita a una fiesta en la que lo embriaga y, tras dejarle ganar algunas manos, lo motiva a realizar apuestas cada vez más grandes, hasta ganarle y dejarlo en la ruina. Esto provoca que el resto de los invitados se compadezca con el joven y resienta con William.

Sin embargo, una visita inesperada arruina los planes del narrador: un desconocido ingresa inesperadamente en la habitación y les hace saber que William hacía trampa, escondiendo las cartas ganadoras en un bolsillo de su manga. Luego de confirmar la acusación, el anfitrión le pide al narrador que se retire, no sin antes devolverle su capa y diciéndole que debe irse de Oxford. William está por replicarle cuando descubre que ya traía su capa consigo y que la que le ofrece el anfitrión es idéntica a la suya. La posibilidad de que su rival del pasado lo haya expuesto en la estafa lo conmociona, y William se va de Oxford en una verdadera agonía de horror y vergüenza

A partir de entonces, William escapa de Inglaterra y se dedica a recorrer el continente pero, en cada lugar donde va, su archienemigo y genio malvado lo encuentra y expone en sus malas acciones. Abatido, cae primero en el alcoholismo, pero luego comienza a recuperar su naturaleza rebelde y decide confrontar a su némesis.

Un noche, durante un baile de disfraces celebrado por el anciano duque Di Broglio en Roma, el narrador intenta seducir a su esposa cuando su viejo rival se le aparece. Aunque el doble viste prendas idénticas a las suyas, y una máscara le cubre el rostro, William lo reconoce de inmediato por sus característicos susurros. Luego de insultarlo, lo arrastra a una habitación vacía, donde se baten a un duelo de espadas. Finalmente vence y consigue apuñalarlo numerosas veces, hasta que alguien los interrumpe intentando abrir la puerta. El narrador desvía la mirada de su oponente mientras se dirige a la puerta para bloquearla.

Al volver a su tarea, descubre un cambio material en la disposición del extremo más alejado del cuarto. Allí donde había apuñalado a su enemigo, un espejo hasta entonces inexistente lo muestra a él mismo mismo desangrándose. Sin embargo, la visión desaparece y en su lugar vuelve a encontrar al doble, que finalmente revela un rostro idéntico al suyo. En ese momento, una voz igual a la suya admite que finalmente lo ha derrotado, pero que, al hacerlo, se ha asesinado a sí mismo.

De otros mundos: Poe / William Wilson

Bibliografía: https://www.gradesaver.com/cuentos-de-edgar-allan-poe/guia-de-estudio/summary-william-wilson

El Corazón delator

El protagonista es un joven que vivía con un viejo. El viejo tenía un ojo que el protagonista describía como un ojo azul, de buitre, pálido y recubierto con una telilla. El protagonista odiaba aquel ojo, así que decidió acabar con el viejo. Actuó cuidadosamente, estuvo muy amable con el viejo y todas las noches abría la puerta de su dormitorio con mucha suavidad, poco a poco elaboró su plan, hasta que una noche lo mató. Luego, el asesino, descuartizó el cadáver y lo escondió debajo de tres tablas de la habitación. Más tarde llegaron unos policías, estuvieron allí hablando con él, al rato no sospechaban nada, pero el protagonista sentía la presión del ojo debajo de las tablas y lo confesó todo.

https://es.wikipedia.org/wiki/El_coraz%C3%B3n_delator#:~:text=La%20historia%20presenta%20a%20un,del%20suelo%20de%20la%20casa.

El Misterio de Marie Rogêt de Edgar Allan Poe

Marie Rogêt era una bella chica de 22 años que vivía junto con su madre, que era viuda, en una pensión que las dos mantenían en París. Marie trabajaba en una perfumería que era muy concurrida gracias a ella; un día, sin avisar, desapareció, pero al poco tiempo reapareció sin daño alguno para cinco meses después volver a desaparecer y ser encontrada sin vida flotando en el rio Sena; existe mucha polémica alrededor del caso, mentiras, confusiones y obstáculos que logran ser superados por el detective Dupin.

El misterio de Marie Rogêt, de Edgar Allan Poe (Pdf) | Poecraft Hyde

http://karensleme.blogspot.com/2013/05/analisis-de-la-estructura-interna-del.html

El gato negro

Es un cuento de horror del escritor estadounidense Edgar Allan Poe

El protagonista es un hombre dócil y bondadoso, le gustaban mucho los animales al igual que a su esposa, lleva una vida hogareña, apacible con su gato llamado Plutón, hasta que el joven empieza a dejarse arrastrar por la bebida. El alcohol lo vuelve irascible y en uno de sus accesos de furia acaba con la vida del animal después de arrancarle un ojo con una cuchara. Un segundo gato parecido a Plutón aparece en el bar en que estaba tomando, después el joven de intentar redimirse llevando el felino a su casa junto a su esposa, pero le dan celos de que el gato se encariñara tanto con su esposa que con un ataque de ira, trata de decapitar al gato con un hacha, pero termina matando a su esposa. Tras el asesinato decide ocultar el cadáver emparedándolo en una pared del sótano y se afana en hacer un buen trabajo para dejar la pared perfecta. La policía no tarda en hacer presencia en la casa y le interroga, inspeccionan toda la casa pero no encuentran nada que le inculpe. Vuelven otro día y bajan al sótano en compañía del narrador y asesino, no ven nada raro, pero, cuando ya se iban, y el asesino iba diciendo que las paredes de la casa eran muy fuertes, en una especie de autosabotaje inconsciente. Se oyen unos gemidos, como el sollozo de un bebé. Los policías comienzan a golpear la pared hasta tirarla abajo y allí estaba el cadáver y junto al cadáver, el gato, al que había emparedado dentro sin darse cuenta.

Metiendo al diablo en el infierno

La picante historia del monje que recibió la inesperada visita de una joven llamada Alibech

Deslumbrado por su belleza, el monje de la historia le habló de Dios y del diablo, descubrió con ardides que era virgen y no pudo contener un deseo que cada vez se le hacía más visible. La joven preguntó qué era aquello que crecía y el monje no dudó en decirle que era el mismo diablo y que ella poseía el infierno para salvar su alma. “… si tienes piedad de mí y permites que yo en el infierno lo meta, tú me darás grandísimo consuelo y a Dios daremos mucho placer y servicio”.

El relato, contado por Dioneo, uno de los tres hombres del grupo, era escuchado entre risas y sonrojos por las mujeres. Esa es una de las virtudes de El Decamerón: que las mujeres puedan oír ese tipo de cuentos sin dejar de ser honestas.

Aunque al principio le dolió, Alibech, la joven de la historia, empezó a gustar tanto de someter el diablo a su infierno que el monje en su cansancio escuchaba estas palabras: “Rústico, si ya el diablo está castigado y no te importuna, a mí mi infierno no me deja sosegar, de manera que conviene que tú, con tu diablo, mitigues la rabia de mi infierno como yo con mi infierno he mitigado la soberbia de tu diablo”.

Esta y otras once historias recibieron el castigo censor de la Iglesia en el papado de Pío V, pero aún así siguieron circulando en el mundo de las prohibiciones.

Las mujeres, a las que el autor les concedió los mismos derechos que al hombre para los placeres de la vida, cuentan también historias salpicadas de erotismo. Las burlas por amor o por ponerse a salvo de sus maridos, que cuentan en sus narraciones, parten siempre de una justificación. “Lo que a éstos les hacen sus mujeres, sobre todo cuando sus celos son infundados, es cosa bien hecha”.

El velo de la abadesa

Existen en Lombardía un monasterio famoso por su santidad. Una mujer, llamada Isabel, bella y de elevada estirpe, vivía allí desde hace mucho, cuando cierto día fue a verla, desde la reja del locutorio, un pariente suyo,acompañado de un amigo, joven y arrogante mozo. Ambos al verse se enamoraron y buscaron la solución para poder verse a solas, consiguió el joven un expediente para poder entrar desapercibido en la celda de esta.       Un día dos monjas los descubrieron y, celosas, avisaron a la abadesa. En ese momento esta se encontraba en su habitación con un clérigo con el que tenía una relación. Al vestirse apresurada para que no la pillaran, se cubrió la cabeza con los calzones del cura pensando que era el velo monjil. a la hora de criticar a Isabel esta le dijo con un tono burlesco que se retocara el tocado por lo que la abadesa al darse cuenta la indultó.

El cocinero Chichibio

Currado Gianfiglazziera, un hidalgo muy conocido en la ciudad, disfrutaba montando a caballo y también hallaba placer en los perros y en las aves.

Un día salió de caza acompañado de su halcón y consiguieron dar caza a una grulla. Currado se dirigió al castillo y le pidió al cocinero Chichibio que la cocinase y la aderezase. Hecho esto, entró en la cocina una mujer llamada Brunetta (de la que Chichibio estaba muy enamorado) y al oler ese manjar se pidió al cocinero un muslo de ese sabroso ave. El hombre se negó, pero después de insistirle, le dio el deseado muslo. Chichibio sirvió el animal para la comida, pero el hidalgo notó la falta del muslo y le preguntó al cocinero el motivo. Este último le aseguró que las grullas solo tenían una pata y que al día siguiente se lo demostraría.

La siguiente mañana ambos montaron en sus caballos y fueron al bosque. Chichibio iba muy atento para ver si podía encontrar a las grullas y, finalmente divisó a un grupo de ellas que descansaban sobre una pata porque estaban dormidas. El cocinero se las enseñó al hidalgo, el cual gritó provovando así que las aves mostraran su otra pata y echando a volar. Currado demostró así que las grullas tenían dos patas, pero el ingenioso cocinero le respondió de una manera muy graciosa diciéndole que si a la grulla del otro día le hubiese gritado, también esa habría tenido dos patas.

Resultado de imagen de el cocinero chichibio imagenes


El Decamerón

«LOS TRES ANILLOS»

Esta historia nos cuenta el caso del sultán Saladino, que tras librar diferentes batallas por motivos religiosos se quedó sin dinero suficiente para cubrir un gasto inesperado. Para solucionar este problemase le ocurrió pedirle dinero a Melquisedec, pero antes quiso ponerlo a prueba y le planteó una pregunta: «¿cuál de las tres religiones consideras que es la verdadera: la judía, la mahometana o la cristiana?

El hombre para responder a su pregunta le contó la historia de los tres anillos, este relato narra como en una misma familia tenían como tradición regalarle a un hijo el anillo familiar antes de morir, de esta forma el chico podría reclamar toda la herencia que le dejara su padre. Pero hubo un día en el que un padre no sabía a cual de sus hijos debía darle el anillo, puesto que los quería a todos de igual manera y no sabía elegir. Así pues mandó forjar dos anillos más, idénticos al primero, sin saber cual era el original y le dio uno a cada uno de sus hijos. Cuando el padre falleció los herederos pudieron recibir cada uno su parte.

Melquisedec le había contado esta historia al sultán para darle a entender que no podía elegir entre ninguna de las religiones porque a todas estaba ligado el nombre de Dios. El sultán después de escuchar al buen hombre decidió ponerlo a su servicio y a partir de ese momento fueron grandes compañeros.

Símbolos que representan las tres religiones.