Resumen:
El protagonista se da a sí mismo el pseudónimo de William Wilson porque no quiere que su nombre ensucie la página en la que escribe. No le interesa hablar de sus últimas malas acciones. Prefiere, por el contrario, contar cómo es que se volvió malvado, algo que, a diferencia del resto de los hombres, le pasó más bien rápido. Ahora se encuentra cerca de morir y quiere que alguien simpatice con él y reconozca que sus errores se deben a que fue “esclavo de circunstancias más allá del alcance del control humano”.
William hereda el carácter excitable de su familia y, desde pequeño, es temperamental y egoísta. Le debe a sus padres, de carácter débil e incapaces de controlarlo, el hecho de haber podido hacer siempre lo que le diera la gana. De niño asiste al colegio en una gran casa isabelina ubicada en una aldea tranquila. El Dr. Bransby es tanto pastor como director de la escuela, y resulta sorprendente cómo conviven en él la faceta de clérigo benévolo con su rol de autoridad.
En la escuela, William se siente superior a sus compañeros y disfruta sentir que lo obedecen, pero una excepción entre ellos le presenta un desafío a su estatus. Se trata de un chico que llega a la escuela el mismo día que él y con el que comparte nombre y día de cumpleaños. Sin embargo, ellos no están emparentados por su familia. La desobediencia y facilidad con la que se pone a su altura hacen que se sienta avergonzado. Sin embargo, no es un rival que parezca querer derrotarlo. Por el contrario, parece guardarle afecto y en sus contiendas cotidianas suele dejarlo ganar. Esto último irrita profundamente a William que, aunque no puede evitar mantenerse lejos suyo, poco a poco comienza a resentirse con él y a odiarlo.
Ambos jóvenes gustan jugarse bromas pesadas. Las del narrador suelen fracasar en hacer sentir mal a su rival, salvo aquellas en las que se mofa de que hable en susurros por una afección en la voz. Más allá de esta característica sus voces son muy parecidas. Por su parte, su pequeño rival se concentra en la exasperante incomodidad que le despiertan al narrador los parecidos entre ambos. Físicamente son tan parecidos que parecen hermanos. Esto lleva al narrador a imitar sus ademanes y su comportamiento, aunque el resto de sus compañeros parece no percatarse. Además, tiene por costumbre darle consejos a William, aunque a él le molesta. Eventualmente, los ambiguos sentimientos para con su amigo se convierten en un odio abierto y el otro, al darse cuenta, comienza a evitarlo.
Un día, tras un violento altercado con él, unos extraños recuerdos de su primera infancia se despiertan en el narrador. Siente como si se conocieran hace mucho, pero la sensación lo perturba, así que decide ignorarla.
Tiempo después, hacia el final de su quinto año de estudios, el narrador planea una broma para asustar a su rival durante la noche. Cuando todos duermen, se dirige con una lámpara de mano a la habitación de la víctima y, una vez allí, se acerca a la cama, donde él duerme. Sin embargo, en el preciso instante en que lo encuentra dormido, observa su rostro en penumbras y el parecido con su propia persona lo sorprende tanto que aterrado, y con un estremecimiento, el narrador abandona la escuela y no vuelve nunca más.
Meses más tarde, William se inscribe en otro colegio. Para entonces ya no piensa en el otro muchacho, y se entrega a una vida de excesos. Tres años más tarde ofrece una fiesta secreta en su habitación y, al amanecer, un sirviente le avisa que alguien desea hablar con él. Curioso, William se asoma al vestíbulo y encuentra a un joven vestido igual que él, quien lo toma del brazo y le susurra al oído “William Wilson”. En ese momento, su borrachera desaparece en el acto y, mientras se recupera de la conmoción, el visitante aprovecha para escapar. Tras este episodio, William permanece semanas, angustiado, averiguando la identidad del intruso, hasta que descubre que su viejo rival de la infancia ha dejado la escuela por un accidente familiar el mismo día que él.
William se muda a Oxford para continuar sus estudios. Allí se entrega a una vida de lujos, mantenido por su padre, mientras se entrega cada día más al vicio y el libertinaje. Comienza a apostar, lo que le permite acaudalar más ingresos a partir de lo que le gana a sus compañeros. Es así como, dos años después, conoce a un noble y joven rico llamado Glendinning, a quien juzga lo suficientemente estúpido como para quitarle mucho dinero mediante el juego. Para ello, lo invita a una fiesta en la que lo embriaga y, tras dejarle ganar algunas manos, lo motiva a realizar apuestas cada vez más grandes, hasta ganarle y dejarlo en la ruina. Esto provoca que el resto de los invitados se compadezca con el joven y resienta con William.
Sin embargo, una visita inesperada arruina los planes del narrador: un desconocido ingresa inesperadamente en la habitación y les hace saber que William hacía trampa, escondiendo las cartas ganadoras en un bolsillo de su manga. Luego de confirmar la acusación, el anfitrión le pide al narrador que se retire, no sin antes devolverle su capa y diciéndole que debe irse de Oxford. William está por replicarle cuando descubre que ya traía su capa consigo y que la que le ofrece el anfitrión es idéntica a la suya. La posibilidad de que su rival del pasado lo haya expuesto en la estafa lo conmociona, y William se va de Oxford en una verdadera agonía de horror y vergüenza
A partir de entonces, William escapa de Inglaterra y se dedica a recorrer el continente pero, en cada lugar donde va, su archienemigo y genio malvado lo encuentra y expone en sus malas acciones. Abatido, cae primero en el alcoholismo, pero luego comienza a recuperar su naturaleza rebelde y decide confrontar a su némesis.
Un noche, durante un baile de disfraces celebrado por el anciano duque Di Broglio en Roma, el narrador intenta seducir a su esposa cuando su viejo rival se le aparece. Aunque el doble viste prendas idénticas a las suyas, y una máscara le cubre el rostro, William lo reconoce de inmediato por sus característicos susurros. Luego de insultarlo, lo arrastra a una habitación vacía, donde se baten a un duelo de espadas. Finalmente vence y consigue apuñalarlo numerosas veces, hasta que alguien los interrumpe intentando abrir la puerta. El narrador desvía la mirada de su oponente mientras se dirige a la puerta para bloquearla.
Al volver a su tarea, descubre un cambio material en la disposición del extremo más alejado del cuarto. Allí donde había apuñalado a su enemigo, un espejo hasta entonces inexistente lo muestra a él mismo mismo desangrándose. Sin embargo, la visión desaparece y en su lugar vuelve a encontrar al doble, que finalmente revela un rostro idéntico al suyo. En ese momento, una voz igual a la suya admite que finalmente lo ha derrotado, pero que, al hacerlo, se ha asesinado a sí mismo.
Bibliografía: https://www.gradesaver.com/cuentos-de-edgar-allan-poe/guia-de-estudio/summary-william-wilson