Lord Byron escribió esta obra de Prometeo que es un símbolo de lo tradicional, pero a la vez de amor hacia la humanidad, revelamiento, resistencia … que se puede ver en los versos en el momento en el que nombra el encadenamiento a la roca y la tortura por el buitre. Hoy en día se podría interpretar como unas locas ganas de hacer lo correcto aunque eso parece que vaya en contra de las normas o de algunos que marcan lo que es la sociedad, lo bueno, lo malo o cualquier tendencia parecida.
Byron ve la representación de la conciencia del hombre y su afán de conocimiento además de la búsqueda de la inmortalidad. El buitre para él es como la avaricia y la insaciable necesidad devorando las entrañas para sublevar a la razón y como consecuencia inconsciente no conseguir la dicha inmortalidad estableciendo así un enfrentamiento entre ambas figuras. La conciencia y el afán contra la avaricia y la insaciable necesidad.
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¡Titán! Ante cuyos ojos inmortales
los sufrimientos de la humanidad,
vistos en su triste realidad,
no eran como las cosas que los dioses desprecian.
Un callado e intenso sufrimiento;
la roca, el buitre, y la cadena,
todo lo que el soberbio puede sentir de dolor,
la agonía que ver no deja,
la asfixiante sensación del infortunio,
que no habla sino en su soledad,
y luego es celosa, a menos que el cielo
posea un oyente, no suspirará
hasta que su voz eco no tenga.
II
¡Titán! La lucha te otorgaron
entre el sufrimiento y la voluntad,
que torturan cuando no pueden matar;
y el cielo inexorable,
y la sorda tiranía del destino,
el dominante principio del odio,
que para su placer crea
las cosas que pueden aniquilar,
te negaron hasta la dádiva de morir:
el desdichado don de la eternidad
era tuyo y bien lo has soportado.
Todo lo que Júpiter tonante te arrancó
no fue sino la amenaza que le devolvió
los tormentos de su tortura:
el destino muy bien previste,
pero no se lo dijiste para aplacarle;
y en tu silencio estuvo su sentencia,
y en su alma un vano arrepentimiento,
y un temor malvado tan mal disimulado,
que en su mano temblaron los rayos.
III
Tu crimen divino fue ser bondadoso,
el hacer con tus preceptos menor
la suma de las desventuras humanas,
y el fortalecer al hombre con su propia mente;
pero confundidos como tú fuiste desde las alturas,
aún en tu paciente energía,
en la resistencia y en la repulsa,
de tu espíritu impenetrable,
que ni tierra ni cielo pudieron agitar,
una poderosa lección heredamos:
tú eres un símbolo y un signo
para los mortales de su destino y su fuerza;
como tú, el hombre es en parte divino,
una corriente turbulenta de fuente pura;
y el hombre en parte puede prever
su propio destino fúnebre;
su desventura y su resistencia,
y su triste existencia sin aliados:
a la que su espíritu puede oponerse
y equipararse a todos sus desastres,
y a una firme voluntad y a un hondo sentido,
que hasta en la tortura capaz es de divisar
su propia recompensa concentrada,
triunfante cuando se atreve a tal desafío,
y haciendo de la muerte una victoria.
Diodati, julio de 1816
Extraído de:
Lord Byron: Poemas escogidos
Editorial Visor Libros, 2006