2 Poemas de Walt Whitman:
Tu mirada:
Me miraste a los ojos, penetrando,
en lo más profundo de mi alma.
El cristal azul de tus pupilas,
me mostraba, mi imagen reflejada.
Me miraste y pediste temblorosa
que un te amo, saliera de mis labios,
pero ellos ya no tienen más palabras
pues los golpes de la vida los han cerrado.
Me miraste y tu pelo se erizaba,
y una gota redonda en tu pupila
que brotó, de un corazón roto
y cayó recorriendo tu mejilla.
Me miraste y tu rostro empapado
me exigía una palabra, una respuesta,
y mentí diciéndote te amo
por ganar de tu cara una sonrisa.
¡Oh Capitán! ¡mi Capitán!
¡Oh Capitán! ¡mi Capitán! nuestro terrible viaje ha terminado,
el barco se ha curtido con cada retorcerse, el premio que buscábamos se ha conseguido,
el puerto está cerca, las campanas escucho, la gente toda exultante,
mientras sigue con la mirada la firme quilla, la triste y valiente nave;
pero ¡Oh corazón! ¡corazón! ¡corazón!
oh esas rojizas gotas sangrando,
donde en la cubierta mi Capitán yace,
derrotado, frío y muerto.
¡Oh Capitán! ¡mi Capitán! levántate y escucha las campanas;
levanta— por ti se ha izado la bandera— por ti la corneta trina,
para ti los ramos y coronas encintadas— por ti la orilla abarrotándose,
por ti aclama, la oscilante masa, sus ansiosas caras volviéndose;
¡Aquí Capitán! ¡querido padre!
¡Ten este brazo bajo tu cabeza!
Es algún sueño que sobre la cubierta,
hayas caído frío y muerto.
Mi Capitán no responde, sus labios están pálidos e inmóviles,
mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad,
el barco está anclado sano y salvo, su viaje realizado y concluido,
de una terrible travesía el victorioso barco se presenta con el objetivo cumplido;
¡Exultad oh costas, y tocad oh campanas!
pero yo con mi triste andar,
camino por la cubierta donde mi Capitán yace,
derrotado, frío y muerto.
2 Poemas de Emily Dickinson:
Poema 128
Dame el ocaso en una copa,
enumérame los frascos de la mañana
y dime cuánto hay de rocío,
dime cuán lejos la mañana salta
dime a qué hora duerme el tejedor
que tejió el espacio azul.
Escríbeme cuántas notas habrá
en el nuevo éxtasis del tordo
entre asombradas ramas
cuántos caminos recorre la tortuga
cuántas copas la abeja comparte,
disoluta del rocío.
También, ¿quién puso la base del arco iris,
también, quién guía las esferas dóciles
por juncos de azul flexible?
¿Qué dedos atan las estalactitas
quién cuenta la plata de la noche
para saber si nadie está en deuda?
¿Quién edificó esta casita albana
y cerró herméticamente las ventanas
que mi espíritu no puede ver?
¿Quién me dejará salir un día de gala
con implementos de vuelo,
fugaz pomposidad?
En mi flor me he escondido
En mi flor me he escondido
para que, si en el pecho me llevases,
sin sospecharlo tú también allí estuviera…
Y sabrán lo demás sólo los ángeles.
En mi flor me he escondido
para que, al deslizarme de tu vaso,
tú, sin saberlo, sientas
casi la soledad que te he dejado.
Bibliografía: