El viaje definitivo

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros

 cantando. 

Y se quedará mi huerto con su verde árbol,

 y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido,

y tocarán, como esta tarde están tocando,

las campanas del campanario. 

Se morirán aquellos que me amaron 

y el pueblo se hará nuevo cada año;

 y lejos del bullicio distinto, sordo, raro

 del domingo cerrado,

 del coche de las cinco, de las siestas del baño, 

en el rincón secreto de mi huerto florido y encalado, 

mi espíritu de hoy errará, nostáljico… 

Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol 

verde, sin pozo blanco,

 sin cielo azul y plácido… 

Y se quedarán los pájaros cantando.

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