El notario Chapelet lleva una vida desaforada: jura en falso, miente y engaña, hace que amigos y familiares se peleen entre sí, blasfema en contra de Dios y los santos sacramentos; ni siquiera se amilana ante el robo o la muerte.
Un rico comerciante llamado Musciatto Franzesi encarga a este hombre deleznable recolectar deudas en Borgoña. El señor Chapelet se aloja en casa de dos amigos italianos de Musciatto, pero pronto enferma con una gravedad tal que los médicos declaran que solo resta darle la extremaunción.
Desde su lecho de muerte, Chapelet oye que sus anfitriones se preocupan por él: el moribundo resultó ser una persona tan malvada que seguramente rechazará los santos sacramentos y será arrojado en una fosa por ateo.
Chapelet, que no se asusta ni siquiera ante la presencia de la muerte, hace llamar al monje más creyente, estudioso y puro, para confesarle sus pecados. Haciendo gala de sus dotes lingüísticas, se presenta a sí mismo como un hombre tan virtuoso que, luego de su muerte, recibe sepultura en el monasterio y el pueblo le rinde culto como a un santo.