El Cantar de los Nibelungos (en alemán Nibelungenlied) es un poema épico de la Edad Media, escrito sobre el siglo XIII, anónimo, de origen germano.
Este cantar de gesta reúne muchas de las leyendas existentes sobre los pueblos germánicos, mezcladas con hechos históricos y creencias mitológicas que, por la profundidad de su contenido, complejidad y variedad de personajes, se convirtió en la epopeya nacional alemana.
En el Cantar de los nibelungos se narra la gesta de Sigfrido, un cazador de dragones de la corte de los burgundios, quien valiéndose de ciertos artificios consigue la mano de la princesa Krimilda. Sin embargo, una torpe indiscreción femenina termina por provocar una horrorosa cadena de venganzas. El traidor Hagen descubre que Sigfrido es invulnerable, por haber sido bañado con la sangre de un dragón, salvo en una pequeña porción de su espalda donde se depositó una hoja de tilo y la sangre no tocó su piel. Por lo que su punto débil se encontraba en un sitio de su espalda.
Aquiles era hijo de Peleo y Nereida Tetis. Cuando nació, su madre quería que viviera para siempre, por lo que lo sumergió en el agua de la laguna Estigia. Para ello, se agarró del talón, que es la única parte que no está sumergida en el agua, por lo que es inmune a la invulnerabilidad de otras partes del cuerpo. Aprendió el arte de la guerra y la caza del centauro Quirón en Pelion. También enseña artes como la música o las propiedades curativas de las plantas.
La muerte del héroe
Poco tiempo después, se produjo una gran lucha en los alrededores de la ciudad. Aquiles se enfrentó a Paris, quien seguía bajo la protección de la diosa Afrodita, por lo que supo exactamente los pasos que debía dar para acabar con Aquiles.
Conociendo el punto vulnerable del héroe, el talón, le disparó una flecha. Apolo, quien tenía envidia de la admiración que despertaba Aquiles, dirigió la flecha directamente hacia su talón. La herida que le provocó acabórápidamente con su vida.
Lord Byron escribió esta obra de Prometeo que es un símbolo de lo tradicional, pero a la vez de amor hacia la humanidad, revelamiento, resistencia … que se puede ver en los versos en el momento en el que nombra el encadenamiento a la roca y la tortura por el buitre. Hoy en día se podría interpretar como unas locas ganas de hacer lo correcto aunque eso parece que vaya en contra de las normas o de algunos que marcan lo que es la sociedad, lo bueno, lo malo o cualquier tendencia parecida.
Byron ve la representación de la conciencia del hombre y su afán de conocimiento además de la búsqueda de la inmortalidad. El buitre para él es como la avaricia y la insaciable necesidad devorando las entrañas para sublevar a la razón y como consecuencia inconsciente no conseguir la dicha inmortalidad estableciendo así un enfrentamiento entre ambas figuras. La conciencia y el afán contra la avaricia y la insaciable necesidad.
¡Titán! Ante cuyos ojos inmortales los sufrimientos de la humanidad, vistos en su triste realidad, no eran como las cosas que los dioses desprecian. Un callado e intenso sufrimiento; la roca, el buitre, y la cadena, todo lo que el soberbio puede sentir de dolor, la agonía que ver no deja, la asfixiante sensación del infortunio, que no habla sino en su soledad, y luego es celosa, a menos que el cielo posea un oyente, no suspirará hasta que su voz eco no tenga.
II
¡Titán! La lucha te otorgaron entre el sufrimiento y la voluntad, que torturan cuando no pueden matar; y el cielo inexorable, y la sorda tiranía del destino, el dominante principio del odio, que para su placer crea las cosas que pueden aniquilar, te negaron hasta la dádiva de morir: el desdichado don de la eternidad era tuyo y bien lo has soportado. Todo lo que Júpiter tonante te arrancó no fue sino la amenaza que le devolvió los tormentos de su tortura: el destino muy bien previste, pero no se lo dijiste para aplacarle; y en tu silencio estuvo su sentencia, y en su alma un vano arrepentimiento, y un temor malvado tan mal disimulado, que en su mano temblaron los rayos.
III
Tu crimen divino fue ser bondadoso, el hacer con tus preceptos menor la suma de las desventuras humanas, y el fortalecer al hombre con su propia mente; pero confundidos como tú fuiste desde las alturas, aún en tu paciente energía, en la resistencia y en la repulsa, de tu espíritu impenetrable, que ni tierra ni cielo pudieron agitar, una poderosa lección heredamos: tú eres un símbolo y un signo para los mortales de su destino y su fuerza; como tú, el hombre es en parte divino, una corriente turbulenta de fuente pura; y el hombre en parte puede prever su propio destino fúnebre; su desventura y su resistencia, y su triste existencia sin aliados: a la que su espíritu puede oponerse y equipararse a todos sus desastres, y a una firme voluntad y a un hondo sentido, que hasta en la tortura capaz es de divisar su propia recompensa concentrada, triunfante cuando se atreve a tal desafío, y haciendo de la muerte una victoria.
Diodati, julio de 1816 Extraído de:
Lord Byron: Poemas escogidos Editorial Visor Libros, 2006