Las troyanas es una tragedia escrita por el dramaturgo griego Eurípides.
Es un canto lleno de dramatismo por las consecuencias de la guerra. Se destaca la crueldad de los vencedores, que, en su desmesura, no tienen la piedad con los vencidos, ni respeto a los dioses, ya que profanan sus templos. Ni siquiera tienen consideración con los niños, manifestando así abiertamente su temor a ellos cuando crezcan.
Troya ha caído en manos de los griegos y las mujeres troyanas han sido entregadas a los vencedores, pero el regreso a casa de la flota griega se ve retardado por vientos contrarios. El espíritu del héroe griego Aquiles ha exigido que se le sacrifique a Políxena, hija de Hécuba y Príamo, rey de Troya. El héroe griego Odiseo viene para llevársela, sin conmoverse por la desesperación de Hécuba, ni porque ella le recuerde que una vez le salvó la vida. Pero Políxena, una figura impresionante, prefiere la muerte a la esclavitud, y acude a su sacrificio de forma voluntaria. Cuando Hécuba se dispone a enterrarla, sufre una gran desdicha. Su hijo menor, Polidoro, ha sido enviado para ponerlo a salvo a casa de Poliméstor, rey del Quersoneso tracio (donde la flota griega se encuentra ahora detenida), con una parte del tesoro de Príamo (de ahí su nombre: «El de muchos regalos») confiando en su hospitalidad. Cuando Troya cayó, Poliméstor asesinó al muchacho para apoderarse del dinero, y arrojó su cuerpo al mar. Ahora el cuerpo es recogido y llevado ante Hécuba. Esta clama venganza ante el rey Agamenón; pero él, aunque amable, se muestra tímido. Hécuba entonces se encarga de vengarse con sus propias manos. Atrae a Poliméstor y a sus hijos a su tienda, en la que las mujeres le arrancan los ojos y matan a los hijos. Agamenón ordena que se abandone al rey cegado en una isla desierta; profetiza entonces que Hécuba se convertirá en perra, y que el lugar de su tumba será conmemorado con el nombre de Cinosema («la tumba del perro»), en la costa este del Quersoneso tracio.
Hécuba es, con más derecho que cualquier otra jamás escrita, la tragedia de la venganza. A diferencia del vacilante Hamlet, y con más determinación que ningún otro vengador que haya pisado la escena, Hécuba no vacilará, erigiéndose a un tiempo en acusador, juez y verdugo.
Es una tragedia griega de los años posteriores a 430 a.C. El tema principal que se trata presenta al hombre como víctima del destino
Mito de Edipo: rey de Tebas, hijo de Layo y Yocasta, rey y reina de Tebas respectivamente. Un oráculo advirtió a Layo de que sería asesinado por su propio hijo. Decidido a rehuir su destino, ató los pies de su hijo recién nacido y lo abandonó para que muriera en una montaña solitaria. Su hijo fue recogido por un pastor y entregado al rey de Corinto, quien le dio el nombre de Edipo (pie hinchado) y lo adoptó como su propio hijo. El niño no sabía que era adoptado y, cuando un oráculo proclamó que mataría a su padre, abandonó Corinto. Durante su travesía, encontró y mató a Layo, creyendo que el rey y sus acompañantes eran una banda de ladrones y así, inesperadamente, se cumplió la profecía. Solo y sin hogar, Edipo llegó a Tebas, acosado por un monstruo espantoso, la Esfinge, que andaba por los caminos que iban a la ciudad, matando y devorando a todos los viajeros que no sabían responder al enigma que les planteaba. Cuando Edipo resolvió acertadamente el enigma, la esfinge se suicidó. Creyendo que el rey Layo había muerto en manos de asaltantes desconocidos, y agradecidos al viajero por librarlos del monstruo, los tebanos lo recompensaron haciéndolo su rey y dándole a la reina Yocasta por esposa. Durante muchos años la pareja vivió feliz, sin saber que ellos eran en realidad madre e hijo. Pronto Edipo descubrió que involuntariamente había matado a su padre. Atribulada por su vida incestuosa, Yocasta se suicidó y, cuando Edipo se dio cuenta de que ella se había matado, se quitó los ojos y abandonó el trono. Vivió en Tebas varios años pero acabó desterrado.
Después que Clitemestra asesinase a su marido Agamenón, entrega a su hija Electra a un campesino para evitar que tenga descendencia noble, pues si esto llegase a suceder seguramente reclamaría su derecho al trono. Electra vive, en el campo, casada con el campesino, pero no mantiene relaciones con él. Esto se debe a que él es un hombre honrado y no cree tener el derecho de desvirgar a una mujer de noble cuna. Orestes (hermano de Electra) llega a casa de Electra acompañado de Pílades. Electra no lo reconoce y Orestes, sin darse a conocer, trata de averiguar si su hermana estaría dispuesta a vengar la muerte de su padre. Cuando al fin los hermanos se reconocen, planean la venganza sobre su madre y el nuevo marido de ésta: Egisto. Una vez ambos hermanos dan muerte a su madre, Clitemestra, ambos tienen remordimientos por haber acabado con la vida de quien era su propia progenitora. Al final, Electra es obligada a casarse con Pílades. Orestes es desterrado y se lo somete a un juicio por su pecado